Neurocirugía Hospital Angeles Pedregal Reciente
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Puntaje promedio de: 1 user(s)
A tres meses de la cirugía que me practicó para poner dos separadores de disco en mi columna lumbar, le manifiesto mi admiración, agradecimiento y cariño. Como le expresé, luego de haberme lastimado hace veinte años en un juego mecánico a mi parecer de lo más simple en el entonces centro de diversiones “Reino Aventura”, iba con mi sobrino de tres años en una lancha que caía por una cascada, desde entonces padecía dolores fuertes y en diversas ocasiones de manera repentina me quedaba trabada, me sometía a infiltraciones de anestésicos en principio, posteriormente acudí a infiltraciones de ozono. Además gasté fortunas en médicos ortopedistas, terapias de ultrasonido, compresas y pequeños toques de electricidad. Fue así que de manera fortuita y afortunada alguien al realizarme una resonancia magnética me sugirió que si me querían hacer algo en la columna lumbar, no permitiera que nadie que no fuera el doctor Martínez Duhart me tratara.
De tal forma le pedí a mi tío Marco Antonio Martínez Ríos una recomendación para llegar a usted, dos meses más tarde asistí a consulta y luego de realizar otros estudios adicionales a la resonancia me habló de manera profesional, ética y real de mi padecimiento, obvio los discos comprimían mis nervios y debía practicar la cirugía.
Sin embargo por falta de recursos y sobre todo porque estaba con pánico verdaderamente, por dos años deseché la idea de una cirugía de columna. Además como periodista, uno tiene la costumbre de indagar y cuestionar; así, cuando sabía que alguien padecía un problema similar al mío y ya había sido tratada con resultados nefastos, más me abstenía de pensar en la operación.
Sin embargo el hombre propone y Dios dispone, mi mal persistía por lo que regresé con usted en noviembre del año pasado, me envió nuevos estudios y entonces ya se habló de la cirugía.
Aunque seguía hecha un manojo de nervios, en Dios confío, me puse en sus manos y si creo que usted fue el vehículo a través del cual papá Dios actuó. Dos horas antes de la cirugía seguía cuestionando a su equipo sobre los conductores y cables que ponían en mis piernas, me comentaron que en el transcurso de la operación iban a monitorear los nervios y quedé satisfecha con la explicación, en todo momento me tranquilizaron y así se efectuó el procedimiento que considero una segunda oportunidad de vida y lo más importante, se han terminado los dolores. Eso sí, como le comenté he seguido paso a paso sus instrucciones, de manera cotidiana hago mis ejercicios de tensión matutinos y nocturnos, así como 40 minutos de bicicleta sin resistencia; hago dieta. Aún no manejo, trabajo desde casa y como me comentó poco a poco me iré reincorporando a mi vida normal. En mis tiempos de ocio, veo series interesantes en televisión, me entretengo con la computadora, leo o pinto cuadros de acuarela u óleo. Hay que hacer más llevadero el semi encierro, porque en ocasiones tengo conductor que me lleva a un centro comercial a caminar un poco, o a algún otro sitio, por lo que trato de hacer más amable la rehabilitación.
Queda aquí mi testimonio sobre mi padecimiento y sobre todo le reitero doctor Ernesto Martínez Duhart mi agradecimiento, me queda claro que el neurocirujano hace la labor del ebanista, el trabajo fino y el más delicado. Por siempre le daré gracias a Dios por haberlo puesto en mi camino, por el trato que me ha brindado y porque hoy tengo el privilegio de comenzar ya sin dolores cada nuevo amanecer.
Puntuacíon promedio | 5.0 | |
Especialidad | 5.0 | |
Asistencia | 5.0 | |
Higiene | 5.0 | |
Servicios | 5.0 |
AGRADECIMIENTO
Estimado doctor Ernesto Martínez Duhart:
A tres meses de la cirugía que me practicó para poner dos separadores de disco en mi columna lumbar, le manifiesto mi admiración, agradecimiento y cariño. Como le expresé, luego de haberme lastimado hace veinte años en un juego mecánico a mi parecer de lo más simple en el entonces centro de diversiones “Reino Aventura”, iba con mi sobrino de tres años en una lancha que caía por una cascada, desde entonces padecía dolores fuertes y en diversas ocasiones de manera repentina me quedaba trabada, me sometía a infiltraciones de anestésicos en principio, posteriormente acudí a infiltraciones de ozono. Además gasté fortunas en médicos ortopedistas, terapias de ultrasonido, compresas y pequeños toques de electricidad. Fue así que de manera fortuita y afortunada alguien al realizarme una resonancia magnética me sugirió que si me querían hacer algo en la columna lumbar, no permitiera que nadie que no fuera el doctor Martínez Duhart me tratara.
De tal forma le pedí a mi tío Marco Antonio Martínez Ríos una recomendación para llegar a usted, dos meses más tarde asistí a consulta y luego de realizar otros estudios adicionales a la resonancia me habló de manera profesional, ética y real de mi padecimiento, obvio los discos comprimían mis nervios y debía practicar la cirugía.
Sin embargo por falta de recursos y sobre todo porque estaba con pánico verdaderamente, por dos años deseché la idea de una cirugía de columna. Además como periodista, uno tiene la costumbre de indagar y cuestionar; así, cuando sabía que alguien padecía un problema similar al mío y ya había sido tratada con resultados nefastos, más me abstenía de pensar en la operación.
Sin embargo el hombre propone y Dios dispone, mi mal persistía por lo que regresé con usted en noviembre del año pasado, me envió nuevos estudios y entonces ya se habló de la cirugía.
Aunque seguía hecha un manojo de nervios, en Dios confío, me puse en sus manos y si creo que usted fue el vehículo a través del cual papá Dios actuó. Dos horas antes de la cirugía seguía cuestionando a su equipo sobre los conductores y cables que ponían en mis piernas, me comentaron que en el transcurso de la operación iban a monitorear los nervios y quedé satisfecha con la explicación, en todo momento me tranquilizaron y así se efectuó el procedimiento que considero una segunda oportunidad de vida y lo más importante, se han terminado los dolores. Eso sí, como le comenté he seguido paso a paso sus instrucciones, de manera cotidiana hago mis ejercicios de tensión matutinos y nocturnos, así como 40 minutos de bicicleta sin resistencia; hago dieta. Aún no manejo, trabajo desde casa y como me comentó poco a poco me iré reincorporando a mi vida normal. En mis tiempos de ocio, veo series interesantes en televisión, me entretengo con la computadora, leo o pinto cuadros de acuarela u óleo. Hay que hacer más llevadero el semi encierro, porque en ocasiones tengo conductor que me lleva a un centro comercial a caminar un poco, o a algún otro sitio, por lo que trato de hacer más amable la rehabilitación.
Queda aquí mi testimonio sobre mi padecimiento y sobre todo le reitero doctor Ernesto Martínez Duhart mi agradecimiento, me queda claro que el neurocirujano hace la labor del ebanista, el trabajo fino y el más delicado. Por siempre le daré gracias a Dios por haberlo puesto en mi camino, por el trato que me ha brindado y porque hoy tengo el privilegio de comenzar ya sin dolores cada nuevo amanecer.